San Valentín crepuscular.


Salí a abrir la puerta lo cierto es que no esperaba visitas hoy, eran mi hijo y mi nuera.
- Hola papa, ¿qué tal estás?, la espalda va mejor, ¿estás comiendo suficiente fruta y verdura?.
- Sí, hijo me cuido, sabes que debo hacerlo para poder cuidarla.
- Claro papa, lo haces muy bien. Toma - dijo sacando un ramo de rosas rojas. - Dáselas a mama que hoy es San Valentín.
- Pero hijo pero si no se va a enterar, porque te has molestado.
- No es molestia.
Entramos en el salón, y allí estaba ella mi amada, con la mirada vacia por culpa de la enfermedad del olvido, no recordaba, estaba ausente en su mundo, aquel que daba saltos en el tiempo, adelante y atrás, dejándola anclada en un sillón sin poder sentir, ni pensar, ni recordar, en aquel lugar donde el tiempo presente, pasado y futuro no existían.
- Mira cariño, un ramo de rosas, hoy es San Valentín, te quiero - le dije depositando el ramo en su regazo y un beso en su mejilla.
Cuando me incorporaba, me miró, por un momento nuestros mundos convergieron, sus ojos vacuos tomaron vida, reconociendo los mío, y me respondió: Yo también te querré siempre, para volver a su oscuridad un instante después, es caprichoso el azar, que te devolvió a mi vida aunque solo fuera un instante, para decirme lo único que me importaba, que me querrás siempre allí donde estés.

2 comentarios:

Patri dijo...

Es una de las peores cosas que te pueden pasar, perder tu memoria, porque con ella se van todos los recuerdos que tienes y que forman toda tu vida, dejas de ser la persona que eras y te conviertes en alguien vacío.
Bueno, si hay algo peor que eso: ser la pareja de la persona que ha perdido sus recuerdos, debe ser muy doloroso ver como tu amad@ no te recuerda.

satrian dijo...

Lo segundo es peor a priori, se piensa que el paciente no sufre, pero nunca se sabe.
Es difícil perder a una persona mientras vive a tu lado y la ves todos los días.