La libertad de uno mismo acaba donde empieza la de los demás.
No hagas a los demás, lo que no quieras que te hagan a ti.
Practica lo que predicas.
El mundo no es tuyo, solo es un préstamo que compartes con el resto.
Si gastas bromas, tienes que aprender a recibirlas.
Quién pone los límites al campo, la ética, los valores.
Compartir, hacer cosas por los demás sin pedir nada a cambio, incluso recibiendo críticas por ello, valorar la intimidad de los demás, saber respetar la libertad de cada persona sin atar sus alas, ni siquiera con cadenas de oro, y tantas y tantas cosas más que se están perdiendo en el vacío del egoismo personal.
Esta sociedad actual está creando individualidades, por más contradictorio que parezca, el grupo obliga al individuo a medrar por encima de los demás solo pensando en si mismo, nadie puede sobrevivir solo, ni solo vivir en grupo cuando quiere, debe ser consciente de sus actos y como afectan a los demás, para luego no sorprenderse cuando al torcer la esquina de la vida, encontrarse solo.
Y quizás así alguna vez descubramos que aprendemos más de los demás de lo que aprendemos de nosotros mismos...
ResponderEliminarporque parte de nosotros mismos, son las personas que nos rodean.
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