Límites

La libertad de uno mismo acaba donde empieza la de los demás.
No hagas a los demás, lo que no quieras que te hagan a ti.
Practica lo que predicas.
El mundo no es tuyo, solo es un préstamo que compartes con el resto.
Si gastas bromas, tienes que aprender a recibirlas.
Quién pone los límites al campo, la ética, los valores.
Compartir, hacer cosas por los demás sin pedir nada a cambio, incluso recibiendo críticas por ello, valorar la intimidad de los demás, saber respetar la libertad de cada persona sin atar sus alas, ni siquiera con cadenas de oro, y tantas y tantas cosas más que se están perdiendo en el vacío del egoismo personal.
Esta sociedad actual está creando individualidades, por más contradictorio que parezca, el grupo obliga al individuo a medrar por encima de los demás solo pensando en si mismo, nadie puede sobrevivir solo, ni solo vivir en grupo cuando quiere, debe ser consciente de sus actos y como afectan a los demás, para luego no sorprenderse cuando al torcer la esquina de la vida, encontrarse solo.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Y quizás así alguna vez descubramos que aprendemos más de los demás de lo que aprendemos de nosotros mismos...

satrian dijo...

porque parte de nosotros mismos, son las personas que nos rodean.